- Donde hay una pantalla encendida, puede nacer un futuro en paz.
Por: Emilio Gutiérrez Yance
En la hora fresca y tranquila de la noche, el telón improvisado se convirtió en ventana. Niñas y niños, con los ojos brillantes y los pies descalzos de rutina, se sentaron frente a una historia proyectada en luz. Allí, en medio del calor tropical y la alegría sencilla, la Policía Nacional encendió algo distinto: el fuego del encuentro.
La “Noche de Cine”, liderada por la Policía Comunitaria, el comandante de estación y las patrullas de vigilancia, transformó una calle común en sala de cine abierta al corazón. Los uniformes se mezclaron con sonrisas. Hubo distancias borradas. Hubo pan compartido en forma de refrigerio y películas cargadas de enseñanza que tejieron mensajes invisibles entre todos los presentes.
La comunidad entera asistió a la cita. Escenas proyectadas hablaban de respeto, de valores, de elecciones que conducen al bien. Mientras corría la cinta, corría también el canto del barrio, un murmullo de confianza recobrada. Allí, el cine dejó de ser espectáculo para convertirse en puente: entre la infancia y el futuro, entre la autoridad y el afecto.
La estrategia nace de una certeza: cuando la niñez encuentra espacios seguros, cuando ríe con libertad, cuando escucha historias que encienden la imaginación, se aleja del borde de la oscuridad. El cine, en este contexto, se convierte en herramienta de siembra. Imagen proyectada en la pantalla blanca planta una semilla que puede florecer en forma de decisión, de valor, de esperanza.
Detrás de esta jornada hay visión. La Policía Nacional reconoce que proteger también significa abrazar. Y abrazar es generar actividades que inviten a los niños a ocupar su tiempo en la creación, en la alegría, en lo útil.
Los gendarmes, esa noche, hablaron con historias. Su presencia participó. El mar de la infancia, a veces agitado, encontró por unas horas una orilla serena. La película terminó, pero la luz quedó. La pantalla se apagó, pero la comunidad sintió algo encenderse por dentro.
Cuando la autoridad se sienta junto al niño, cuando comparte su pan, cuando escucha antes de hablar, entonces la convivencia deja de ser ideal para convertirse en costumbre. Así, el cine comunitario entretiene mientras transforma. Orienta mientras despierta.
Y en esa noche de película, la realidad cambió su guion.
Al respecto, el coronel Alejandro Reyes Ramírez, manifestó, «estas actividades son enfocadas en las líneas de acción de proyección social donde nos permite realizar vínculos y acercamiento a la comunidad, donde resaltamos y llevamos toda nuestra oferta institucional a este tipo de poblaciones vulnerables encaminada en la línea de acción».
